Para estrenar la sección de Arqueología Extrema dedicada a la Península Ibérica, os ofrecemos un yacimiento arqueológico espectacular tanto por su antigüedad como por sus características. Hablamos de La Encantada (2.200 – 1450 a.C. aprox.), un poblado de la Edad del Bronce ubicado en el término de la actual localidad de Granátula de Calatrava (Ciudad Real), en un cerro escarpado y poco accesible desde el que se podía controlar el valle del río Jabalón y dominar los pasos naturales hacia Andalucía y Levante. El poblado se estructuró sobre dos montículos separados con una pequeña vaguada.
Los restos arquitectónicos permiten diferenciar cuatro tipos de construcciones:
1) las estructuras defensivas, con una potente muralla que llegó a contar con ocho puertas de acceso al poblado, así como una serie de torres y bastiones.
2) Las estructuras de almacenaje o silos, fabricados en mampostería y de planta circular o cuadrada.
3) Las viviendas: chozas hechas con postes de madera y materiales perecederos que se adaptaban a la topografía del terreno (sobre todo en la fase inicial, en torno al 1900 a.C.), o bien casas realizadas a partir de zócalos de mampostería y alzado de tapial apoyadas sobre laderas aterrazadas.
4) Los edificios de uso ritual.
Lo enigmático del poblado no sólo radica en la magnitud de las estructuras defensivas (lo que nos lleva a reflexionar sobre el belicismo de estas sociedades tan alejadas en el tiempo y su interés por defender su recurso más preciado, clave para su supervivencia: el grano), sino también en su amortización final como zona de necrópolis por causas desconocidas. Así, se han hallado sepulturas tanto en zonas de vivienda como en lugares asociados a posibles edificios de culto e incluso en el interior de los propios silos. Las tumbas suelen presentar enterramientos de inhumación en pithoi (dentro de una tinaja) o en fosas de mampostería, con ajuares muy variados. Destaca la tumba 58, en la que se encontró un individuo de mediana edad, varón, en posición flexionada lateral que tenía como ajuar un puñal de cobre con tres remaches y un brazalete de arquero colocado en el antebrazo izquierdo.
El poblado fue abandonado definitivamente hacia el 1.450 a.C., tras cerca de 1.000 años de historia.
Quiero agradecer a Carlos Carretero su apoyo logístico y su labor fotográfica.